Había una vez un, viejo señor que siempre cuando se acostaba sentía voces e iba a ayudar a los hombres o mujeres que estaban llorando, y nunca dormía.
Una noche hubo un robo en el edificio del señor viejo, y la gente le echo la culpa al viejo señor. Él decía que era inocente, pero nadie lo creía así que lo encerraron en la cárcel. Todas las noches escuchaba llantos pero no podía hacer nada para impedirlo porque estaba entre rejas y no podía salir.
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